Bangkok, Tailandia. – La escasez de agua potable en Birmania (Myanmar) amenaza con empeorar la ya crítica situación del país, devastado por un terremoto de magnitud 7,7 ocurrido el pasado viernes. El sismo ha dejado más de 2.700 muertos y 4.500 heridos, además de causar daños estructurales en hospitales y sobrecargar los servicios de salud.
Agencias de Naciones Unidas y la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) han alertado que la falta de agua limpia, sumada a miles de personas durmiendo a la intemperie cerca de cadáveres aún sin recoger, incrementa el riesgo de propagación de infecciones y enfermedades.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha comenzado a distribuir kits de emergencia de agua, saneamiento e higiene, así como suministros médicos y nutricionales en las zonas afectadas. Un pronunciamiento conjunto de agencias de la ONU destaca que «comunidades enteras carecen de agua, alimentos, refugio, medicamentos y dinero» en Birmania, donde continúan las labores de rescate entre los escombros de miles de edificaciones derrumbadas.
Federica Franco, coordinadora general de MSF en Birmania, enfatizó la «necesidad urgente de letrinas» y señaló la escasez de agua potable y los prolongados cortes eléctricos como problemas principales en el terreno. «Nos preocupan especialmente aquellas personas que están en una situación más vulnerable debido a la pérdida de refugio, acceso a la atención sanitaria general y agua potable, crucial para controlar la posible propagación de enfermedades transmitidas por el agua», afirmó.
Organizaciones humanitarias en el terreno coinciden en señalar que los retrasos y obstáculos en el traslado de ayuda urgente impactan negativamente en el control de infecciones, especialmente a medida que avanzan las horas y los cuerpos sin vida comienzan a descomponerse en las vías públicas.
La junta militar que gobierna el país desde el golpe de 2021 informó, a través del canal oficial MRTV, sobre el envío de agua potable desde Naipyidó hacia la ciudad de Magway, una de las seis zonas declaradas en emergencia por el terremoto. Sin embargo, la magnitud del desastre requiere de una respuesta más amplia y coordinada para atender las necesidades básicas de la población afectada.
Las cifras oficiales indican más de 2.700 muertos y más de 4.500 heridos a causa del sismo, mientras que la oposición birmana estima alrededor de 2.400 fallecidos y más de 8 millones de personas directamente afectadas.
La comunidad internacional observa con preocupación la situación en Birmania y se espera que la ayuda humanitaria se intensifique en los próximos días para mitigar las consecuencias de esta tragedia.