Chrystul Kizer, una joven de 24 años que admitió haber matado a Randall Volar, el hombre que la explotó sexualmente cuando era adolescente, fue condenada a 11 años de prisión este lunes. Kizer se había declarado culpable de homicidio imprudencial en segundo grado en mayo, lo que le permitió evitar un juicio y una posible cadena perpetua.
El juez del condado de Kenosha impuso la sentencia, que incluye 11 años de prisión y cinco años adicionales de supervisión extendida, teniendo en cuenta los 570 días de tiempo ya cumplido en custodia. Los hechos ocurrieron en 2018 cuando Kizer, con 17 años en ese momento, disparó a Volar en su residencia, incendió la casa y robó su vehículo. Además del cargo de homicidio, enfrentó cargos de incendio provocado y robo de automóvil.
Kizer, quien conoció a Volar a través de un sitio web de tráfico sexual, afirmó que él la había abusado y prostituido durante un año antes de su muerte. Según sus declaraciones, disparó en defensa propia cuando Volar intentó tocarla nuevamente. Sus abogados argumentaron que estaba amparada bajo una ley estatal de 2008 que protege a las víctimas de explotación sexual de ser penalmente responsables por actos cometidos como resultado de haber sido traficadas.
Sin embargo, los fiscales señalaron que la ley no fue creada para justificar homicidios. A pesar de esto, defensores de los derechos de las víctimas de violencia y grupos contra la explotación sexual apoyaron a Kizer, destacando que las víctimas a menudo se sienten acorraladas, lo que las lleva a actuar por desesperación.
El caso de Kizer ha captado la atención a nivel nacional, generando debate sobre las leyes que protegen a las víctimas de trata sexual y las limitaciones de esas protecciones. La Corte Suprema de Wisconsin permitió en 2022 que Kizer usara el argumento de defensa propia, lo que finalmente le permitió negociar un acuerdo para reducir los cargos.