Por Yokasta Rodríguez García
Cada vez más personas están de baja por ansiedad, depresión o agotamiento mental.
Y no me sorprende.
Esto es una pandemia silenciosa…
Y va en aumento.
Incluso los jóvenes ya lo están sufriendo.
Hay personas que van a trabajar con la cabeza hecha un lío,
el corazón roto y el cuerpo funcionando en automático.
Están al límite…
pero sonríen.
No pueden más…
pero llegan puntuales.
Porque claro, “el trabajo es lo primero”.
Pero eso, con el tiempo, pasa factura.
Y no barata.
¿Cuánta salud mental estamos perdiendo solo por mantener un sueldo?
El trabajo debería darte tranquilidad.
Pero a veces, te quita la paz.
Te roba el sueño.
Y las ganas de todo.
¿Y lo que no se ve?
• El nudo en el estómago cada mañana.
• El jefe que acosa y se escuda en “era una broma”.
• El miedo a decir “no estoy bien”.
• Las lágrimas en el baño.
¿Y lo que nadie quiere contar?
— El jefe que toca donde no debe.
— Las indirectas incómodas.
— El bullying entre compañeros.
— Las jornadas interminables.
— Las horas extra que no pagan.
— El miedo a decir “no puedo más” por miedo al despido o al juicio.
A veces el trabajo te rompe más que cualquier otra cosa.
Pero callamos.Porque si te caes… te reemplazan.
Si te has sentido así, busca ayuda.No esperes a enfermar.
Pedir ayuda no es rendirse.Es cuidarte.
Sí, algunas empresas ya están tomando conciencia.
Pero aún falta mucho.
Ir al psicólogo no es de locos.
Seguir aguantando hasta romperte, sí.