Por: Iván Yael
La violenta muerte de un niño de 9 años, quien recién llegaba de Estados Unidos, al ser interceptados y tiroteados por delincuentes en un intento de atraco es solo una categoría generacional más que se suma a la lista de ciudadanos afectados por los malas que por mucho tiempo afectan nuestra nación.
Iniciando por pacientes geriátricos, envejecientes y adultos mayores debemos destacar la gran dificultad que enfrenta esta franja demográfica especialmente en lo que concierne la seguridad social y los planes de retiro. Continuando con los adultos activos, estos se enfrentan a adversas condiciones dada la difícil situación económica y de seguridad que efectúa a todos pero especialmente a estos quienes por lo regular son padres, madres y hasta abuelos en un país donde la canasta básica familiar es inalcanzable. Siguiendo con los jóvenes adultos, aquí nos encontramos con una latente falta de oportunidades laborales que les permitan insertarse al mercado laboral exitosamente y poder al menos costear una decente supervivencia.
Los jóvenes y adolescentes enfrentan la dura situación de no tener acceso a una educación pública que al menos pueda ser calificada “aceptable” por ningún estándar de respeto a nivel mundial. En el caso de niños y preadolescentes tenemos el mismo flagelo de la educación deficiente, la falta de actividades extra-curriculares que aporten a su formación y los mantengan fuera de las calles y la delincuencia.
Luego de este recorrido por todas las franjas generacionales llegamos a los recién nacidos.
La noticia de la muerte de 34 niños en la Maternidad de los Mina es precisamente el tema que nos impulsa a este escrito. Ver como el descalabro de la sociedad afecta desde ancianos hasta recién nacidos de ser la alarma para que nos demos cuenta de que hace mucho tiempo que las cosas no están bien en el país y que cada vez estamos viendo el crecimiento del descalabro a toda la población y cuando decimos toda es toda, desde recién nacidos hasta personas al final de sus días.