Ismael Ureña Pérez, un joven de 14 años con el sueño de llegar a las Grandes Ligas, falleció poco después de abandonar el recinto donde entrenaba y concentraba su tiempo en el béisbol. Según relatan sus padres, Inoel Ureña e Iris Pérez, el joven confesó haber sido sometido al uso de en la academia, sustancias que se inyectan a los caballos para mejorar el rendimiento, las cuales habrían deteriorado su salud.
Los primeros síntomas de Ismael se manifestaron cuando le comentó a su madre sobre un malestar en las piernas, ojos amarillentos y orina de color rojo, condiciones que se confirmaron en exámenes médicos. “Mami, me están maltratando”, le confesó a su madre, quien tras descubrir los síntomas lo llevó al hospital, donde falleció días después. Otros dos hermanos del joven, que también asistían a la academia, presentan secuelas físicas como taquicardia y problemas en la vista, aumentando la indignación de los familiares.
La querella y búsqueda de justicia
Inoel Ureña e Iris Pérez, padres de Ismael, denunciaron el caso con el apoyo de la Fundación Familia Sin Violencia (Funfasinvi) y el abogado José Orlando Aracena Peña. Según el relato de los padres, su hijo habría sido expuesto a sustancias de uso veterinario sin su consentimiento, un acto que, sostienen, ocasionó su muerte. Este martes, Funfasinvi presentó una querella formal en la Fiscalía de Santo Domingo Este contra Yordy Cabrera, exjugador de béisbol y dueño de la academia.
La acusación señala al exbeisbolista como responsable de la muerte del menor y de violar múltiples leyes, incluyendo el Código Penal Dominicano, la Ley de Salud 42-01, y la Ley 50-88 sobre Drogas y Sustancias Controladas. Los abogados buscan que se ordene una medida de coerción y prisión preventiva contra Cabrera, de 34 años, quien se desempeñó como jugador profesional y trabajó en su última temporada en 2023 con los Gigantes del Cibao.
Antecedentes de la denuncia y reacción pública
El caso ha captado la atención de la opinión pública, especialmente tras la difusión de un video en TikTok en el que Inoel Ureña expresa su dolor y clama por justicia para su hijo. “Estoy aquí porque quiero justicia, porque me mataron a mi hijo”, declaró entre lágrimas, acusando a la academia de haber aplicado sustancias a su hijo sin su consentimiento.
Mientras avanza el proceso judicial, la familia de Ismael Ureña espera que las autoridades determinen las responsabilidades correspondientes. La denuncia ha reavivado el debate sobre la regulación y control de academias deportivas en el país, donde muchos jóvenes aspiran a una carrera profesional en el béisbol y a menudo son sometidos a intensos entrenamientos con el fin de aumentar su rendimiento, a veces sin las precauciones necesarias para proteger su salud.