El presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump están enfocados de manera distinta en la inminente confrontación televisiva que se llevará a cabo el 27 de junio, reflejando sus diferentes estrategias hacia la contienda electoral.
Biden ha comenzado un periodo de preparación intensiva en Camp David desde el viernes pasado, consultando con asesores en sesiones privadas. Su equipo demócrata es plenamente consciente de la importancia de este debate en vivo, que podría ser decisivo para su campaña. Se anticipa que Biden se defenderá de críticas intensas sobre su salud física y mental, su gestión económica, políticas migratorias y posiblemente asuntos personales, incluyendo su familia.
Por otro lado, Trump, continúa con su serie de mítines a lo largo del país antes de retirarse la próxima semana a su propiedad en Florida para dos días de reuniones privadas. Aunque su preparación formal es limitada, los aliados del expresidente han subrayado la importancia de que mantenga el foco en sus planes de gobierno y en responder de manera efectiva a preguntas sobre temas delicados como el fraude electoral y su postura en controversias legales y sociales.
El debate, que captará la atención de votantes indecisos, se perfila como un momento crucial en la carrera hacia las elecciones de noviembre, donde ambos contendientes buscarán convencer a un electorado diverso y polarizado en una contienda que se vislumbra como una de las más significativas en décadas para el futuro político de Estados Unidos.