Un conductor se enfrenta a un elevado riesgo de cáncer debido a las sustancias químicas que se esconden tras el olor a vehículo nuevo.
Aunque el codiciado “olor a carro nuevo” sea para muchos una experiencia placentera e íntegra de lo que es sentarse en un automóvil recién comprado, un nuevo estudio apunta a que este podría aumentar el riesgo de cáncer de los conductores.
Esto debido a las sustancias químicas que se esconden tras ese característico olor, cuyas emisiones dependen de las temperaturas superficiales del interior del vehículo.
Así, un estudio realizado por investigadores chinos y estadounidenses ha demostrado que los niveles de varias sustancias químicas cancerígenas superaban los límites de seguridad en el interior de un coche nuevo aparcado a la intemperie durante 12 días, lo que podría incrementar lo que se concoce como el riesgo de cáncer a lo largo de la vida (ILCR).