La llegada de Luis Rodolfo Abinader Corona y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) a la presidencia en 2020 ha sido un hito significativo en la política dominicana. Por primera vez, un presidente nacido después del régimen de Rafael Leónidas Trujillo toma las riendas del país, marcando el comienzo de una nueva era que desafía viejas prácticas caudillistas y un enfoque de liderazgo que se aferra al poder. Frases como “el poder no se cede” quedan atrás, dando paso a un estilo que valora la democracia por encima de los intereses personales.
Recientemente, mantuve una charla con un amigo, periodista y político, quien hizo eco de preocupaciones sobre la posible repetición de patrones históricos. Su análisis sugiere que los ciclos tienden a repetirse, y que podríamos ver comportamientos familiares en el futuro. Sin embargo, la administración de Abinader ha demostrado un enfoque renovador que promete romper con esas tradiciones. Su decisión de participar sin reservas en debates presidenciales, a pesar de liderar en las encuestas, establece un nuevo estándar: los candidatos ahora están obligados a presentar sus propuestas de manera abierta al electorado.
El compromiso de Abinader de no postularse nuevamente tras su mandato es otro ejemplo de este liderazgo diferente. En su discurso de agradecimiento tras las elecciones, dejó claro su propósito de proponer una reforma constitucional que impida la reelección consecutiva. Esta propuesta, que ya está en manos del Senado, busca evitar el continuismo dañino que ha caracterizado a la política dominicana durante décadas, un gesto que cobra especial relevancia en un contexto global donde la democracia enfrenta serios desafíos.
Además, su gestión ha mostrado resultados tangibles. En solo cuatro años, ha logrado recuperar la economía post-pandemia y ha atraído una inversión extranjera que alcanzará los 4.500 millones de dólares este año, duplicando el promedio de los últimos 16 años. Con la mirada puesta en el futuro, su objetivo es duplicar el Producto Interno Bruto para 2036, sustentado en principios como la responsabilidad, la transparencia y la comunicación cercana.
Pese a su juventud, a sus 61 años, Abinader está preparado para dejar la presidencia sin temor a la “soledad del poder”. Este rasgo es lo que distingue a los verdaderos líderes: su capacidad para desafiar los paradigmas establecidos y dejar una huella duradera en la historia.
Su legado podría ser el más importante en la consolidación de la democracia dominicana y en el camino hacia un desarrollo sostenible que beneficie a todos los ciudadanos. Así, la política en la República Dominicana se reinventa, abriendo un nuevo capítulo donde el poder se entien