Según el Ministerio Público, los signos de deterioro en la discoteca Jet Set no surgieron de la nada. Desde diciembre de 2024, una serie de intervenciones improvisadas y advertencias ignoradas habrían marcado el camino hacia el colapso del techo que dejó 236 personas muertas y más de 180 heridas.
La investigación sostiene que Antonio y Maribel Espaillat, propietarios del establecimiento, conocían los riesgos estructurales que se agravaban con el tiempo y aun así no detuvieron las operaciones del local ni tomaron acciones preventivas adecuadas. Para las autoridades, esto configura un patrón de negligencia que terminó en tragedia.
De acuerdo con el expediente, en diciembre de 2024 comenzaron trabajos internos en el techo, incluyendo cambio de plafones y colocación de lonas, así como la aplicación de concreto en áreas exteriores. A esto se sumaron nuevas intervenciones en marzo de 2025, cuando se realizaron labores de reparación dentro y fuera de las casetas ubicadas en la azotea.
El 7 de abril, tan solo un día antes del colapso, los plafones ya presentaban señales críticas de daño, humedad y desprendimiento. Algunos incluso fueron reemplazados ese mismo día, revelando según el MP la gravedad del problema que, pese a ser evidente, no fue atendido con la urgencia requerida.
Para el Ministerio Público, la tragedia en Jet Set fue el resultado de una cadena de omisiones y decisiones irresponsables, no de un simple accidente.