Cada 30 de octubre se conmemora el Día Mundial del Fisicoculturismo, un día para celebrar el entrenamiento físico intenso y el control muscular que caracterizan a esta disciplina. Esta efeméride coincide con el nacimiento del pionero del culturismo, Charles Atlas, quien impulsó el deporte hacia una relevancia global.
El fisicoculturismo es una práctica que combina exigentes programas de entrenamiento con pesas para esculpir el cuerpo y desarrollar masa muscular. Para destacar en esta disciplina, se necesita una estructura ósea adecuada que incluya clavículas anchas y caderas estrechas, características físicas que ayudan a crear una silueta equilibrada y simétrica.
Este deporte se originó en la antigua Grecia, donde la forma física humana ya era valorada como símbolo cultural. Su popularidad moderna aumentó entre las décadas de 1950 y 1960, con la instalación de gimnasios mejor equipados, y se consolidó como una disciplina deportiva formal gracias a la Federación Internacional de Culturismo y Fitness (IFBB), que regula competiciones a nivel mundial desde 1946. Aunque en los años 80 y 90 el interés en el fisicoculturismo sufrió una baja, la práctica sigue vigente, impulsada por el crecimiento de la nutrición deportiva y la investigación en entrenamiento.
Charles Atlas, nacido como Angelo Siliciano, fue una de las figuras icónicas que popularizaron el fisicoculturismo en el siglo XX. Reconocido en 1922 como el “hombre más perfectamente desarrollado del mundo,” Atlas dejó un legado que aún inspira a generaciones de atletas y entusiastas del fitness. Hoy, la IFBB, con sede en Madrid, cuenta con 203 miembros nacionales y organiza más de 8,000 eventos anuales para atletas de diferentes edades y categorías.
Entre los múltiples beneficios de esta práctica se destacan el aumento de la fuerza, la mejora de la densidad ósea y muscular, así como efectos positivos en la flexibilidad, el equilibrio y la salud cardiovascular, especialmente al utilizar pesos moderados.