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Haití agonizante, el gran ausente en la ONU

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A pesar de que el vecino territorio de Haití agoniza en la peor crisis política, de seguridad, económica y humanitaria, sin precedentes en sus 218 años de haberse “liberado” del yugo de Francia y por el que se vio compelido a pagar miles de millones de dólares, siendo la segunda nación americana en independizarse después de los Estados Unidos. Causa preocupación que ante la desgarradora realidad que viven los habitantes del lado oeste de la Isla La Hispaniola y las incesantes invocaciones de auxilio imploradas por su vecino más cercano, República Dominicana, esto no sea un tema prioritario en la 77ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que reúne a los gobernantes de todas las naciones del mundo.

Mientras las violentas protestas, los saqueos, el poderío de las pandillas armadas desbordan la capacidad de respuesta de una estructura estatal débil y deficiente e incompetente, una clase política incapaz de unificar con sensatez un criterio desprendido de toda apetencia personal que permita dejar a un lado el beneficio individual, la anarquía y el caos, en el principal conclave universal donde se adoptan las grandes decisiones globales, las grandes naciones y principalmente las que tiene cuota de responsabilidad histórica frente al problema siguen actuando de manera insensible, evadiendo encarar el problema con seriedad, determinación y firmeza en un territorio que ha sido escenario de esclavitud, deuda, deforestación, corrupción, explotación y violencia recurrente.

Todo esto sin olvidar la colonización, la ocupación por parte de Estados Unidos, revueltas, golpes de Estado y dictaduras que causaron numerosas atrocidades contra la dignidad humana e incuantificables desfalcos.

Nos preguntamos ¿cuántas vidas más tienen que perderse en una grave crisis? que mantiene al garete a sus compatriotas, cuantos enfrentamientos internos y cuántos seres humanos deben ser desplazados violentamente de sus hogares para que la claque política, la oligarquía, los países que han sido parte del saqueo y los organismos internacionales como la misma ONU, emprendan acciones concretas y prácticas, para recuperar la paz, proteger los derechos humanos, garantizar seguridad y lograr el desarrollo sostenible de los habitantes de la primera nación independiente en América Latina, la segunda más antigua del hemisferio occidental.

Estamos conscientes que Haití no posee atractivos de valor que despierten el interés de las naciones-potencias que se enfrentan en sus apetencias crueles, por el control hegemónico, geopolítico y geoestratégico, no obstante extenderle una mano solidaria asumiendo un rol más responsable en la praxis es un acto de humanidad, porque a pesar de ser catalogados como subhumanos, ellos son de carne y hueso, por consiguiente, sienten y padecen.