Evo Morales, expresidente de Bolivia, ha denunciado vehementemente lo que describe como un intento de golpe de Estado en su país natal. Las tensiones se intensificaron cuando tanques y tropas del Ejército se desplegaron frente a la sede de gobierno, una escena que evoca memorias dolorosas de periodos tumultuosos en la historia boliviana.
El presidente actual, Luis Alberto Arce, ha calificado estos movimientos como “movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército Boliviano”, intentando apaciguar los temores de un retorno a la inestabilidad política que marcó la era post-Morales. Sin embargo, para Morales y sus seguidores, este despliegue militar es un claro intento de desarticular el gobierno democráticamente elegido.
El panorama político en Bolivia sigue siendo volátil, con Morales en el centro de las acusaciones y contraacusaciones que podrían redefinir el futuro inmediato del país andino.
Durante los acontecimientos, Evo Morales, quien presidió Bolivia entre 2006 y 2019, declaró que las operaciones militares constituían un golpe de Estado.
“Aquí se está gestando un golpe de Estado. En este momento, se están desplegando personal de las Fuerzas Armadas y vehículos blindados en la Plaza Murillo”, comunicó Morales a través de sus redes sociales.
Asimismo, lanzó un llamamiento a la ciudadanía: “Hago un llamado al pueblo amante de la democracia para que defienda la nación frente a ciertos grupos militares que atentan contra la democracia y el pueblo”.
